Desde el día que me enamoré
Aquél día que noté que ya no solo pensaba en las cosas diarias, la rutina desaparecía y el aire se llenaba de aromas nuevos, el resplandor del sol me causo alegría, sonreí felizmente como no lo había hecho días anteriores, el día que lo conocí, de mi se desprendió la tristeza, le daba las llaves a los caminos que me esperaban con sorpresas.
Instantáneamente mi corazón latía con entusiasmo, las noches comenzaban a llenarse de ansias para que terminaran cuanto antes, allí nacía el motivo por el cuál despertar cada mañana, el motivo de vida que es.
El día que mis ojos se encontraron con los suyos lo supe, había esperado tanto tiempo por él y era real, allí estaba, él existía, me miraba y me sonreía, mostraba la sonrisa más brillante y hermosa que jamás se habría presentado ante mis ojos. Mis nervios, aquéllos de niña, aquellos que se presentan ante el primer chico que me mira, mis nervios que no callaban mi corazón, más bien conseguía que los bombardeos que desprendían en cada latir, se expulsaran con más fuerza.
Aquél nerviosismo que aún existe cuando sus ojos me miran y la distancia entre ambos cuerpos se vuelve cada vez mínima, aquéllos que solo él sabe calmar con la paz que transmite, porque él simplemente era mi hogar.
Desde el día que me enamoré marqué aquél sello con calidez que obtuve cuando por primera vez me tomo la mano, cuando por primera vez mis labios tocaron los ajenos, cuando por primera vez supe que no quería alejarme de su lado, cuando le tomé cariño, comencé a quererlo y aprendí a amarlo completamente con el tiempo.
Él me hace feliz y siempre lo he apreciado, me lleno de felicidad cuando mi vida más vacía estaba, me enseño ah amar cuando no tenía ni idea del significado tan grande que de esa palabra derivaba, por él lo daría y lo dejaría todo.
Quiero vivir por él, quiero hacerlo feliz, entregar lo mejor de mi y luchar por nuestro amor, por una historia sin fin, porque las peleas y los malos momentos no se comparan con las alegrías que compartimos, porque si no es feliz no es el final, porque de las caídas podemos levantarnos juntos y él nunca me ha dejado caer.
Más nunca lo dejaré caer, mi mano sujetará la suya siempre y nos aferraremos en abrazos cuando las adversidades nos quieran hundir, nos amaremos y romperemos todo lo que se impongan, porque él amor que siento por él me hace fuerte, me hace valiente y siempre me había sentido débil, él llego para cambiar aquello que hace daño y yo pretendo borrar sus miedos, pretendo llenar de luz todos sus lados oscuros, pretendo demostrarle que la vida es bonita si somos dos.
Desde el día que me enamoré yo lo supe que daría mi vida por él, por su felicidad y comprendería las ocurrencias que desataría, aprendí amar cada una de sus manías y sus facetas, aprendí a amar cada parte de su cuerpo y de su rostro, aprendí amarlo aún cuando el enojo, la alegría y la tristeza fueran sus únicas respuestas, aprendí a amar cada pedazo de su presente y cada hecho de su pasado, aprendí comprender sus tiempos y espacios, aprendí a extrañarlo y a desearlo, aprendí de él muchas cosas y muchas cuantas me han resultado cautivadoras, admirando la mayoría y su manera de pensar, sus enseñanzas, su sabiduría, su fuerza, su cuidado.
Desde el día que me enamoré yo lo supe, que era él indicado, que me haría sentir cada día orgullosa de ser su novia y que jamás quisiera alejarme de su lado.
Porque sí, desde el día que me enamoré yo lo supe, que mi corazón y mi alma le pertenecían y yo... Siempre había sido suya. ❤
Instantáneamente mi corazón latía con entusiasmo, las noches comenzaban a llenarse de ansias para que terminaran cuanto antes, allí nacía el motivo por el cuál despertar cada mañana, el motivo de vida que es.
El día que mis ojos se encontraron con los suyos lo supe, había esperado tanto tiempo por él y era real, allí estaba, él existía, me miraba y me sonreía, mostraba la sonrisa más brillante y hermosa que jamás se habría presentado ante mis ojos. Mis nervios, aquéllos de niña, aquellos que se presentan ante el primer chico que me mira, mis nervios que no callaban mi corazón, más bien conseguía que los bombardeos que desprendían en cada latir, se expulsaran con más fuerza.
Aquél nerviosismo que aún existe cuando sus ojos me miran y la distancia entre ambos cuerpos se vuelve cada vez mínima, aquéllos que solo él sabe calmar con la paz que transmite, porque él simplemente era mi hogar.
Desde el día que me enamoré marqué aquél sello con calidez que obtuve cuando por primera vez me tomo la mano, cuando por primera vez mis labios tocaron los ajenos, cuando por primera vez supe que no quería alejarme de su lado, cuando le tomé cariño, comencé a quererlo y aprendí a amarlo completamente con el tiempo.
Él me hace feliz y siempre lo he apreciado, me lleno de felicidad cuando mi vida más vacía estaba, me enseño ah amar cuando no tenía ni idea del significado tan grande que de esa palabra derivaba, por él lo daría y lo dejaría todo.
Quiero vivir por él, quiero hacerlo feliz, entregar lo mejor de mi y luchar por nuestro amor, por una historia sin fin, porque las peleas y los malos momentos no se comparan con las alegrías que compartimos, porque si no es feliz no es el final, porque de las caídas podemos levantarnos juntos y él nunca me ha dejado caer.
Más nunca lo dejaré caer, mi mano sujetará la suya siempre y nos aferraremos en abrazos cuando las adversidades nos quieran hundir, nos amaremos y romperemos todo lo que se impongan, porque él amor que siento por él me hace fuerte, me hace valiente y siempre me había sentido débil, él llego para cambiar aquello que hace daño y yo pretendo borrar sus miedos, pretendo llenar de luz todos sus lados oscuros, pretendo demostrarle que la vida es bonita si somos dos.
Desde el día que me enamoré yo lo supe que daría mi vida por él, por su felicidad y comprendería las ocurrencias que desataría, aprendí amar cada una de sus manías y sus facetas, aprendí a amar cada parte de su cuerpo y de su rostro, aprendí amarlo aún cuando el enojo, la alegría y la tristeza fueran sus únicas respuestas, aprendí a amar cada pedazo de su presente y cada hecho de su pasado, aprendí comprender sus tiempos y espacios, aprendí a extrañarlo y a desearlo, aprendí de él muchas cosas y muchas cuantas me han resultado cautivadoras, admirando la mayoría y su manera de pensar, sus enseñanzas, su sabiduría, su fuerza, su cuidado.
Desde el día que me enamoré yo lo supe, que era él indicado, que me haría sentir cada día orgullosa de ser su novia y que jamás quisiera alejarme de su lado.
Porque sí, desde el día que me enamoré yo lo supe, que mi corazón y mi alma le pertenecían y yo... Siempre había sido suya. ❤
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